19 nov 2011

De mayor quiero hacer una buena película




(Spoliers por doquier)

Hace no mucho fui al cine a ver la película “De mayor quiero ser soldado”. Fui a verla porque hice caso a un par de recomendaciones que me habían hecho, aunque para la próxima vez ya estaré más prevenido. La película trata de mostrar cómo un niño bueno, por dejadez por parte de los padres termina convirtiéndose en un pequeño asesino en potencia. El niño en cuestión, cuando aún es bueno, tiene un amgio imaginario, a pesar de ser mayorcito para tenerlo todavía, que es astronauta y anima al niño a ser astronauta. El problema empieza cuando los padres van a tener otros hijos, gemelos concretamente, y desvían la atención sobre su primogénito hacia los neonatos. A su vez, el niño pide tener su propia televisión en su cuarto, cosa a la que los padres acceden con dificultad. Y, según quiere mostrar la película, ahí muere cualquier posibilidad de salud mental del niño. Empieza a ver noticias y películas bélicas hasta matar a su amigo imaginario en favor de un nuevo amigo imaginario que es general, coronel, o cualquier grado de esos que me interesan bien poco. A partir de ahí se ve que el niño se corta el pelo y pasa de su pelito de niño bueno a un corte militar agresivo, y cambia su decoración del cuarto de naves espaciales por banderas de las SS y otra simbología nazi. Algo muy poco creíble. Prosigue el film con el niño, que, recordemos, tiene todavía un amigo imaginario, fumando cigarros y porros en el instituto, meando en los suelos y cosas por el estilo que la tele te dice que hagas porque estás muy muy loco. Hay una escena, especialmente estúpida, en la que el niño está pintando, como hacen en todas las clases americanas de las películas en las que no se disecicona un animal, y la profesora ve que está pintando escenas bélicas, con colores negros y rojos y hace un análisis artístico no tan fiable como irrisorio. En fin, se puede comentar la película y su falta total de interés escena por escena, pero para abreviar diré que el padre se deja extorsionar por el niño porque el chaval ha leído el nombre de una mujer que llamaba al padre, hay un psicólogo (Robert Englund, mi querido Freddy Krueger) que hace una terapia de choque como último recurso para cambiar la actitud del imberbe, a consecuencia de esto hay una mejora radical que sigue a un caso de mobbing por parte de sus antiguos colegas, y una recaída porque ve que el bien no es recompensado. Pues mientras pega a otro compañero, y amenaza al hermano mayor de éste con una navaja termina muriendo, en una escena “muy dramática”, y al final dos hilarantes escenas con la madre volviéndose loca y caminando con su hijo de la mano para verse luego en un efecto visual inaudito dándole la mano al aire y un cierre de Danny Glover donde nos da un discurso sobre lo malísimo que está el mundo.
En definitiva, una película que intenta tratar un tema serio como es la violencia infantil y el problema que puede acarrear la desatención de los padres con una simplicidad propia de un adolescente. El guión está totalmente desprovisto de crédito alguno, las actuaciones son también alarmantemente insulsas, y el montaje es un popurrí de imágenes bélicas prestadas con las escenas propias rodadas.
Si para algo me ha servido esta película es para tener mi cartera un poco más ligera y los sentidos más agudizados cuando alguien me recomiende algo.


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