16 sept 2011

A Eolo no le gustó el Eólica



Este fin de semana se celebró el festival Eólica en Gran Canaria por primera vez, y quién sabe si última. Este festival se venía realizando en Tenerife, pero ya en el 2010 no se celebró y en la isla vecina hemos aprovechado para traernos un evento cultural más a nuestro territorio. El festival, que se llama festival a pesar de ser una serie de conciertos en un día y una serie de talleres el mismo día, trajo algunos artistas de renombr. Entre ellos se encontraba el conocido músico Carlos Jean, los colombianos Bomba Estéreo, el canario que está triunfando allá donde va El Guincho, el grupo tinerfeño Mento y los cabeza de cartel Vetusta Morla. Estos son, principalmente, los grupos por los que yo asistí, así que no recuerdo qué más grupos o djs participaron.
Visto así, cualquiera diría que han estado listos en Gran Canaria al traerse este festival y aumentar la oferta cultural de la isla, pero por desgracia las cosas no son tan sencillas. En primer lugar, la entrada tenía un precio de 20 euros, un precio que me parece un poco excesivo, teniendo en cuenta además, que ese mismo fin de semana se celebró en Madrid el Getafe en Vivo (de 3 días de duración, más de 45 bandas participantes y zona de acampada), con un precio de 28 euros por la entrada, y al que no asistí por motivos personales pero para el que ya tenía mi entrada hace meses.
Aparte del precio, la organización en general fue bastante deficiente, desde el transporte hasta el servicio de bar dentro del festival, pasando por instalaciones, sonido y personal. Empezando las actividades a las 12 del mediodía, el acuerdo al que se llegó con el servicio de transporte que te acercaba al festival empezaba a las 20 horas, con lo cual las personas que quisieron ir desde el principio tuvieron que ir en su propio vehículo o en taxi.
Una vez que se llegaba a la zona del festival nos encontramos algo bastante esperable, el viento soplaba con bastante fuerza. Hay que aclarar, para quien no lo sepa, que el festival se llevó a cabo en Pozo Izquierdo, una zona donde tiene lugar una de la pruebas del mundial de Windsurf (esto creo que debe ser suficiente para que ustedes supongan el viento que puede hacer regularmente en ese lugar). Sin embargo, el festival se llevó a cabo al aire libre, cuando otras actividades que se realizan en el mismo lugar lo hacen bajo la protección de una carpa. El hecho de hacerlo al aire libre afectó en todo el desarrollo del evento. En primer lugar el viento no es el mejor amigo del sonido, y los conciertos no consiguieron sonar en ningún momento como los artistas y el público merecían. Daba pena ver a los artistas luchando contra las envestidas de Eolo mientras el público hacía lo que podía para no respirar demasiada tierra que se levantaba por el aire y el movimiento de la gente.
Por otro lado hay que comentar el servicio de bar. Antes de nada aclarar que el festival estaba programado para finalizar a las 5 de la mañana (con los retrasos con respecto al programa supongo que sería más tarde) y que el evento estaba patrocinado por una compañía de cerveza. El servicio de bebida utilizaba el incomodísimo sistema que se está implantando en casi todos sitios de hacer cola para comprar un ticket (en este caso un trozo de folio de color con un número impreso) y luego hacer cola para intercambiar ese ticket por la bebida. Bien, pues a la 1:30, después de comprar un ticket de 3 euros para una lata de cerveza (carísimo por otro lado), al acercarme al bar ya no quedaban más cervezas (sí, aun estando patrocinado por una marca cervecera), así que decidí volver a acercarme al lugar donde adquirí el ticket para que me devolviesen el dinero. Las chicas que me habían vendido el ticket se negaron a reembolsármelo alegando que ese trocito de papel valía también para otras cosas aparte de la cerveza (¿?). Intenté razonar con ellas pero me resultó imposible, así que les dije que avisasen a alguien con más capacidad de decisión que ellas para poder quejarme. Cuál fue mi sorpresa al saber que, según parece, no existía nadie por los alrededores al que poder presentar una queja sobre cualquier deficiencia en los servicios. Ni la gente de las barras ni los de seguridad tenían ningún encargado al que dirigirse, y si lo tenían no nos lo comunicaban al público, que en un caso como este somos los clientes y tenemos todo el derecho de remitir una queja a alguien con capacidad de resolverla.
Creo que con estas cosas queda ilustrado cómo estaba la organización del festival, así que considero innecesario seguir extendiéndome en más detalles que hicieron de él una auténtica serie de despropósitos.
En fin, simplemente recomendar a las cabezas pensantes organizadoras de estos eventos, que en el momento que decidan llevar a cabo alguno tengan en cuenta dónde lo hacen, las características del sitio y la distancia con respecto a núcleos urbanos, así como la capacidad de asumir dicha organización antes de dar un salto al vacío.
Está bien mojarse, pero no se metan en el río sin comprobar cuán profundo es.

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